SENTIRSE INSULTADO
Cuando
siente que alguien no se ha comportado bien con usted, siente que no han
estimado su valor.
Por
ejemplo, sentirse insultado es sentir que no estiman su valor.
Así
una persona suele decir a menudo cuando la insultan:
"¿Por
quién me toma usted?", o alguna cosa parecida.
Esto
significa que una persona posee cierta valoración de sí misma, por eso dice:
"¿Por
quién me toma usted?", queriendo decir que si la otra persona lo supiera
no se atrevería a comportarse como lo hace.
Desde
luego, si no se ha forjado la imagen de sí mismo de poseer mucho valor, no le
harán perder fácilmente los estribos.
Si
tiene una alta opinión de sí, es natural que le sea más fácil sentir que los
otros no estiman su valor.
Así
le será más fácil considerar internamente.
Hasta
se da el caso que una persona se preocupe tanto por la idea del trato que le
dan los otros o por sospechar que se burlan de ella que se pasa toda la vida
haciendo consideraciones internas.
O
asimismo, algunas personas se creen superiores a las otras a causa de sus
sufrimientos.
Se
apegan a sus sufrimientos y llegan a considerarse merecedoras de una valoración
especial porque padecen toda clase de penurias, miserias y sufrimientos.
Se
ofenden si otra persona habla de sus propios sufrimientos.
Sienten
que la otra persona no les muestra bastante consideración y así dan prueba de
egoísmo.
Les
cuesta entender que los otros tienen también sus sufrimientos.
Tampoco
entienden que ver el egoísmo en los otros es ver el reflejo del propio egoísmo,
porque cuanto más se exige de los otros, más egoístas nos parecen.
¿Qué
es lo que causa la consideración interna?
Planteemos
la cuestión:
"¿En
qué punto o cuándo empieza a hacer cargos?"
Empieza
a hacerlos cuando siente que no lo estiman, cuando se siente menospreciado.
El
mozo no viene cuando lo llama.
El
empleado del negocio sirve primero a otra persona.
La
gente no se fija en usted en la calle o, digamos, no le presta la suficiente
atención.
O
una persona persiste en ignorarlo; o tal vez oye lo que alguien dice de usted:
esto es casi siempre desagradable.
Hay
mil y un ejemplos posibles, más o menos de peso.
Los
incidentes nimios suelen molestarnos —el mozo, el empleado del negocio—.
Estos
dan lugar a pequeños cargos y suelen convertirse en hábitos.
Pero
poseemos toda suerte de cargos de muy antigua data contra los otros, algunos
almacenados en el pasado, infortunadamente.
Todos
tienen su origen en la misteriosa cuestión de la propia valoración de sí.
Una
persona, que se ha observado a sí misma, suele exclamar:
"¿Qué
es esa cosa en mí que se ofende en este momento y que ya ha empezado a hacer
cargos?
Mire,
puedo observarla cómo obra en mí recogiendo materiales y recordando cosas
desagradables y buscando palabras y frases para usarlas contra la otra persona
para que ésta se sienta subestimada —de hecho, para que comprenda que es un
desecho—.
¿Es
acaso una imagen de mí mismo?
¿Es
el 'yo' imaginario o “yo” fantasía?
¿Es
la falsa personalidad?
¿O
en qué se fundamenta todo esto?"
Respondemos
que todo esto se fundamenta en el
identificarse consigo mismo.
Todas
las formas de consideración interna, de las cuales una de ellas es hacer cargos
contra otra persona, pertenecen al identificarse.
El
Trabajo nos dice de estudiar la identificación hasta sus raíces mismas.
El
hombre se ofende únicamente cuando se
identifica consigo mismo.
Y
el Trabajo dice asimismo que un estudio de la identificación debe comenzar con
el estudio cuando está usted
identificado consigo mismo.
Es
allí donde se puede perturbarlo, herirlo, ofenderlo, insultarlo, etc.
El
estar identificado consigo mismo viene primero, el perturbarse y ofenderse
segundo, el hacer cargos internos tercero.
Maurice
Nicoll
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