LA IMITACIÓN
POR: SAMAEL AUN WEOR
Está
ya totalmente demostrado que el miedo impide la libre iniciativa.
La
mala situación económica de millones de personas, se debe fuera de toda duda a
eso que se llama miedo.
El
niño atemorizado busca a su querida madrecita y se apega a ella en busca de
seguridad.
El
esposo atemorizado se apega a su esposa y siente que la ama mucho más.
La
esposa atemorizada busca a su marido y a sus hijos y siente amarlos mucho más.
EL
TEMOR………
Desde
el punto de vista psicológico resulta muy curioso e interesante saber que el
temor suele a veces disfrazarse con la ropa del amor.
La
gente que internamente tiene muy pocos valores espirituales, la gente
internamente pobre, busca siempre fuera algo para completarse.
La
gente internamente pobre vive siempre intrigando, siempre en tonterías,
chismografías, placeres bestiales, etc.
La
gente internamente pobre vive de temor en temor y como es natural, se apega al
marido, a la mujer, a los padres, a los hijos, a las viejas tradiciones caducas
y degeneradas, etc. etc. etc.
Todo
viejo enfermo y pobre en lo psicológico está por lo común lleno de miedo y se
aferra con ansia infinita al dinero, a las tradiciones de familia, a los
nietos, a sus recuerdos, etc. como buscando seguridad.
Esto
es algo que, todos podemos evidenciar observando cuidadosamente a los ancianos.
Cada
vez que las gentes tienen miedo se esconden tras el escudo protector de la
RESPETABILIDAD.
Siguiendo
una tradición, ya sea de raza, ya de familia, nación, etc. etc. etc.
Realmente
toda tradición es una mera repetición sin sentido alguno, hueca, sin valor
verdadero.
Todas
las personas tienen una marcada tendencia a imitar lo ajeno.
Eso
de imitar es producto del miedo.
La
gente con miedo imita a todos aquellos a quienes se apega.
Imita
al marido, a la esposa, a los hijos, a los hermanos, a los amigos que le
protegen, etc. etc. etc.
La
imitación es el resultado del miedo.
La
imitación destruye totalmente la libre iniciativa.
En
las escuelas, en los colegios, en las universidades, los maestros y maestras
cometen el error de enseñarles a los estudiantes varones y mujeres, eso que se
llama imitación.
En
las clases de pintura y dibujo se les enseña a los alumnos a copiar, a pintar
imágenes de árboles, casas, montañas, animales, etc.
Eso
no es crear.
Eso
es imitar, fotografiar.
Crear
no es imitar.
Crear
no es fotografiar.
Crear
es traducir, transmitir con el pincel y a lo vivo el árbol que nos encanta, la
bella puesta de sol, el amanecer con sus inefables melodías, etc. etc.
Hay
creación verdadera en el arte chino y japonés del zen, en el arte abstracto y
semi-abstracto.
A
cualquier pintor chino del CHAN y del ZEN no les interesa imitar, fotografiar.
Los
pintores de China y Japón: gozan creando y volviendo nuevamente a crear.
Los
pintores del ZEN y del CHAN, no imitan, crean y ese es su trabajo.
A
los pintores de CHINA y JAPÓN no les interesa pintar o fotografiar a una bella
mujer, ellos gozan transmitiendo su belleza abstracta.
Los
pintores de CHINA y JAPÓN no imitarían jamás una bella puesta de sol, ellos
gozan transmitiendo en belleza abstracta todo el encanto del ocaso.
Lo
importante no es imitar, copiar en negro o en blanco; lo importante es SENTIR
la honda significación de la belleza y saberla transmitir, pero para ello se
necesita que no haya miedo, apego a las reglas, a la tradición, o temor al que
dirán o al regaño del maestro.
Es
urgente que los maestros y maestras comprendan la necesidad de que los alumnos
y alumnas desarrollen el poder creador.
A
todas luces resulta absurdo enseñar a los estudiantes a imitar.
Es
mejor enseñarles a crear.
El
ser humano desgraciadamente es un autómata dormido inconsciente, que sólo sabe
imitar.
Imitamos
la ropa ajena y de esa imitación salen las distintas corrientes de la moda.
Imitamos
las costumbres ajenas aún cuando estás estén muy equivocadas.
Imitamos
los vicios, imitamos todo lo que es absurdo, lo que siempre se vive repitiendo
en el tiempo, etc.
Es
necesario que los maestros y maestras de escuela enseñen a los estudiantes a
pensar por sí mismos en forma independiente.
Los
Maestros deben ofrecerle a los estudiantes todas las posibilidades para que
dejen de ser autómatas imitativos.
Los
maestros deben facilitar a los estudiantes las mejores oportunidades para que
estos desarrollen el poder creador.
Es
urgente que los estudiantes conozcan la verdadera libertad, para que sin temor
alguno puedan aprender a pensar por sí mismos, libremente.
La
mente que vive esclava del "qué dirán", la mente que imita, por temor
a violar las tradiciones, las reglas, las costumbres, etc. No es mente
creadora, no es mente libre.
La
mente de las gentes es como casa cerrada y sellada con siete sellos, casa donde
nada nuevo puede ocurrir, casa donde no entra el sol, casa donde sólo reina la
muerte y el dolor.
Lo
nuevo sólo puede ocurrir donde no hay miedo, donde no existe imitación, donde
no existen apegos a las cosas, a los dineros, a las personas, a las
tradiciones, a las costumbres, etc.
Las
gentes viven esclavas de la intriga, de la envidia, de las costumbres de
familia, de los hábitos, del deseo insaciable de ganar posiciones, escalar,
subir, trepar al tope de la escalera, hacerse sentir, etc. etc.
Es
urgente que los maestros y maestras les enseñen a sus estudiantes varones y
mujeres, la necesidad de no imitar todo este orden caduco y degenerado de cosas
viejas.
Es
urgente que los alumnos aprendan en la escuela a crear libremente a pensar libremente,
a sentir libremente.
Los
alumnos y alumnas pasan lo mejor de su vida en la escuela adquiriendo información
y, sin embargo, no les queda tiempo para pensar en todas estas cosas.
Diez
o quince años en la escuela viviendo vida de autómatas inconscientes y salen de
la escuela con la conciencia dormida, pero ellos salen de la escuela creyéndose
muy despiertos.
La
mente del ser humano vive embotellada entre ideas conservadoras y
reaccionarias.
El
ser humano no puede pensar con verdadera libertad porque está lleno de miedo.
El
ser humano tiene miedo a la vida, miedo a la muerte, miedo al qué dirán, al dice
que se dice, a la chismografía, a perder el empleo, a violar los reglamentos, a
que alguien le quite el cónyuge o le robe la cónyuge, etc., etc., etc.
En
la escuela se nos enseña a imitar y salimos de la escuela convertidos en
imitadores.
No
tenemos libre iniciativa porque desde los bancos de la escuela se nos enseñó a
imitar.
La
gente imita por miedo a lo que la otra gente pueda decir, los alumnos y alumnas
imitan debido a que los maestros tienen realmente aterrorizados a los pobres
estudiantes, se les amenaza a cada instante, se les amenaza con una mala
calificación, se les amenaza con determinados castigos, se les amenaza con la
expulsión, etc.
Si
realmente queremos volvernos creadores en el más completo sentido de la
palabra, debemos hacernos conscientes de toda esa serie de imitaciones que desgraciadamente
nos tienen atrapados.
Cuando
ya somos capaces de conocer toda la serie de imitaciones, cuando ya hemos
analizado detenidamente cada una de las imitaciones, nos hacemos conscientes de
ellas y como consecuencia lógica, nace entonces en nosotros en forma
espontánea, el poder de crear.
Es
necesario que los alumnos y alumnas de la escuela, el colegio o la universidad,
se liberen de toda imitación a fin de que se tornen creadores de verdad.
Se
equivocan los maestros y maestras que suponen equivocadamente que los alumnos y
alumnas necesitan de imitar para aprender. El que imita no aprende, el que
imita se convierte en un autómata y eso es todo.
No
se trate de imitar lo que digan los autores de geografía, física, aritmética,
historia, etc.
Imitar,
memorizar, repetir como cotorros o loros, es estúpido, mejor es comprender
conscientemente lo que estamos estudiando.
La
educación fundamental es la ciencia de la conciencia, la ciencia que nos
permite descubrir nuestra relación con los seres humanos, con la naturaleza,
con todas las cosas.
La
mente que sólo sabe imitar es mecánica, es una máquina que funciona, no es
creadora, no es capaz de crear, no piensa realmente, sólo repite y eso es todo.
Los
maestros y maestras deben preocuparse por el despertar de la conciencia en cada
estudiante.
Los
alumnos y alumnas sólo se preocupan por pasar año y después... ya fuera de la
escuela, en la vida practica, se convierten en empleaditos de oficina o
maquinitas de hacer niños.
Diez
o quince años de estudios para salir convertidos en autómatas parlantes, las
materias estudiadas se van olvidando poco a poco y al fin no queda nada en la
memoria.
Si
los estudiantes hicieran conciencia de las materias estudiadas, si su estudio
no se basara únicamente en la información, la imitación y la memoria, otro
gallo les cantara.
Saldrían
de la escuela con conocimientos conscientes, inolvidables, completos, que no
estarían sometidos a la infiel memoria.
La
educación fundamental ayudará a los estudiantes despertándoles la conciencia y
la inteligencia.
La
educación fundamental lleva a los jóvenes por el camino de la revolución
verdadera.
Los
alumnos y alumnas deben insistir para que los maestros y maestras les den la
verdadera educación, la educación fundamental.
No
es suficiente que los alumnos y alumnas se sienten en los bancos de la escuela
para recibir información de algún rey o de alguna guerra, se necesita algo más,
se necesita la educación fundamental para despertar conciencia.
Es
urgente que los alumnos salgan de la escuela maduros, conscientes de verdad,
inteligentes, para que no se conviertan en simples piezas automáticas de la
maquinaria social.
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