domingo, 25 de enero de 2015

CÓMO SE FORMAN LOS YOES

CÓMO SE FORMAN LOS YOES
Por: samael aun weor

Supongamos, por ejemplo, que un individuo ve a una mujer provocativa y que no transforme sus impresiones.

El resultado será que las mismas impresiones, de tipo naturalmente lujurioso, produzcan en él, el deseo de poseerla.

Tal deseo viene a ser el resultado de tipo mecánico de la impresión recibida, y se cristaliza, toma forma en nuestra psiquis. Se convierte en un agregado más; es decir, en un elemento inhumano que en su totalidad constituye el ego.

Vamos a seguir reflexionando pues.

En nosotros existe ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula.

Ira. ¿por qué? Porque muchas impresiones llegaron a nuestro interior y nunca las transformamos.

El resultado mecánico de tales impresiones de ira, forman los “Yoes” que existen, y viven en nuestra psiquis y que constantemente nos hacen sentir coraje.

Codicia. Indubitablemente, muchas cosas en nosotros despertaron codicia: el dinero, las joyas, las cosas materiales de toda clase, etc.

Esas cosas, esos objetos, llegaron a nosotros en forma de impresiones, en otra cosa diferente, en una atracción por la belleza o la alegría, etc...

Tales Impresiones no transformadas, naturalmente se convierten en “yoes” de codicia.

Lujuria. Ya dije que distintas formas de lujuria llegaron a nosotros en forma de impresiones, es decir, surgieron en el interior de nuestra mente, imágenes de tipo erótico, cuya reacción fue la lujuria.

Como quiera que nosotros no transformamos esas ondas lujuriosas, esas impresiones, ese sentir lujurioso, ese erotismo malsano, naturalmente que el resultado no se hizo esperar.

Fue completamente mecánico, nacieron nuevos “yoes” en el interior de nuestra psiquis, “yoes” morbosos.

Nadie podría decir que está viendo un árbol en sí mismo, está viendo la imagen del árbol pero no el árbol.

La cosa en sí, como decía Emmanuel Kant, nadie la ve: se ve la imagen de la cosa; es decir, surge en nosotros la impresión sobre un árbol, sobre una cosa y estas son internas.

El resultado mecánico no se deja esperar.

Es el nacimiento de nuevos “yoes” que vienen a esclavizar aún más nuestra conciencia, que vienen a intensificar el sueño en que vivimos.

Cuando uno comprende realmente que todo lo que existe dentro de uno mismo, con relación al mundo físico, no son más que impresiones, comprende también la necesidad de transformar esas impresiones.

Y al hacerlo, se produce la transformación de uno mismo.

No hay cosa que más duela que la calumnia o las palabras de un insultador.

Si uno es capaz de transformar las impresiones que le producen tales palabras, pues esas quedan sin valor alguno; es decir, quedan como un cheque sin fondo.

Ciertamente las palabras de un insultador no tienen más valor que el que les da el insultado.

Así que si el insultado no les da valor, repito, quedan como un cheque sin fondo.

Cuando uno comprende esto, transforma entonces las impresiones de tales palabras, por ejemplo, en algo distinto, en amor, en comprensión para el insultador.

Esto, naturalmente, significa transformación.

Así, necesitamos estar transformando incesantemente las impresiones, no sólo las presentes sino las pasadas.

Dentro de nosotros existen muchas impresiones que cometimos el error de no haberlas transformado en el pasado.

Muchos resultados mecánicos de las mismas son los tales “yoes” que hay que desintegrar a fin de que la conciencia quede libre y despierta. Las cosas, las personas, dentro de ustedes, dentro de sus mentes. Si transforman esas impresiones transforman la vida de ustedes.

Cuando en uno hay, por ejemplo, una persona orgullosa de su posición social, de su dinero, pero si esa persona piensa, por ejemplo, que su posición social es una cuestión meramente mental, que son una serie de impresiones que han llegado a su mente, impresiones sobre su estado social, cuando piensa que tal estado no es más que una cuestión mental, o cuando analiza la cuestión de su valor, viene a darse cuenta que su posición existe en su mente en forma de impresiones.

Esa impresión que produce el dinero y la posición social, no es más que las impresiones internas de la mente.

Con el solo hecho de comprender que sólo son impresiones de la mente, haciendo transformación de las mismas, entonces el orgullo por sí mismo decae, se desploma, nace en forma natural dentro de nosotros la humildad.

Continuando así con estos procesos de la transformación de las impresiones, proseguimos con algo más.

Por ejemplo: una imagen de una mujer lujuriosa llega a la mente.

Tal imagen es una impresión, obviamente.

Nosotros podríamos transformar esa impresión lujuriosa mediante la comprensión.

Así pues, conviene que mediante la comprensión transformemos las impresiones que surgen en la mente.

samael aun weor



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