EL RESENTIMIENTO Y EL
AMOR DE SI
Por: Maurice Nicoll
De nada sirve estar en
este planeta disciplinario sintiéndose agraviado por todo.
Como todos los otros
estados negativos el resentimiento es una mala química.
Una psicología negativa,
que se ajusta a un cuerpo sano, lo envenena.
Aquí tenemos que
recordar por lo menos dos cosas.
La primera es que
nuestro ser atrae nuestra vida.
En suma, hay algo que
anda mal en nuestra manera de tomar las cosas.
La otra es que ya que la
creación proviene de la interrelación de tres fuerzas, una trinidad compuesta
de un poder activo, uno pasivo y otro neutralizante, habrá siempre una fuerza
pasiva, segunda o de resistencia que se opone a nosotros en la naturaleza misma
de las cosas.
Nadie tiene la culpa de
ello.
Asimismo, es inútil
personificar la segunda fuerza como el diablo.
Estos dos factores, uno
que está dentro, el otro fuera, los ignoramos.
No les prestamos
atención.
Nuestro amor de si es
sordo.
Preferimos tomar las
cosas personalmente.
En el Instituto, si bien
nos decían que la personalidad apenas tenía derecho a existir allí, nadie
captaba realmente lo que ello significaba.
Me imagino que ni
siquiera sabíamos que teníamos una personalidad de la cual había que apartarse.
Toma mucho tiempo darse
cuenta de las cosas.
No entendía que uno de
los significados de esta observación fincaba en no tomar todas las cosas
personalmente.
Si hubiera conocido y
practicado la "ausencia de resentimiento" en lugar de una especie de
paciencia tolerante, cansada, que ocultaba mis resentimientos, habría
comprendido en la práctica algunas cosas mas temprano.
En lugar de ello me
aplicaba en afeitarme, por más temprano que tuviera que levantarme, porque,
claro está, había que guardar las apariencias.
No me separaba de la personalidad,
sino todo lo contrario.
Este es el peor de los
ideales.
Me dejaba guiar por
retrasos.
Diciéndolo de otro modo,
me dejaba guiar por mi auto-amor, sin disminuirlo.
Además, en aquel tiempo
buscaba el trabajo sobre todo por egoísmo, en la esperanza de llegar a ser un
mago dotado de poderes sobrenaturales.
Ahora bien, no me
refiero al resentimiento que no se muestra, sino a la práctica de la ausencia
de resentimiento, que es una cosa diferente.
Ocultar cortésmente el
resentimiento no cambia el amor de si que le es subyacente.
Lo hace la práctica de
la ausencia de resentimiento.
El trabajo, con todas
sus enseñanzas, ideas y diagramas, busca transformar el amor de si.
No es suficiente amarse
a uno mismo.
Es preciso amar también al
trabajo.
¿Qué diablos es ese amor
de si?
¿A qué se asemeja?
¿Cómo actúa?
En rigor es difícil de
captar que por ser hombres o mujeres mecánicos es nuestro sostén.
Tratemos de encontrar
ejemplos, aproximaciones y definiciones.
Cabe decir que sus
disfraces son infinitos.
Es un lobo que se viste
de oveja.
En si mismo resiente la
injuria.
Aborrece que se burlen
de él.
No es capaz de reírse de
si mismo.
Le gustaría que cada
suceso reflejase el merecimiento de si y que todos lo admirasen, y en lo
posible que se inclinaran ante él.
En este último caso se
disfraza con la vestidura de la más extremada modestia y es muy “humilde”.
Pero si lo pica algo que
ha oído por casualidad, replica con una voz como la de una avispa en un jarro
de miel.
En el fondo es duro como
pedernal, salvo para quienes ensalzan su mérito.
Para aquellos que lo
hacen suele disfrazarse de bondad, que se convierte en un rostro duro si se lo
critica o se comete un error.
Cabe tener la seguridad
de que haga lo que hiciere el egoísmo siempre tiene en vista su propio interés
—por más que diga que esto no es así—.
Edificios públicos,
donaciones, bibliotecas dadas libremente, benefician a los otros, pero
encarecen la reputación del donante, que es su verdadero objeto.
Lo que parece ser el
motivo, y lo que es en realidad, son dos cosas distintas —exactamente como
ocurre con cada uno de nosotros—.
Es preciso saber que
todo ello está en nosotros mismos.
Un escritor habla del
amor de si o egoísmo con estas palabras: "Acaso hay algo que sea más
inquieto en el fondo, más fácilmente provocado, que con más violencia se
enfurezca que el amor de si; y lo es a menudo cuando no es ensalzado según su
propia vanidad, o cuando nada sucede, según su placer y deseo."
Pues bien, no hay
persona que pueda ver directamente su egoísmo.
Solo es posible ver los
resultados.
El resentimiento, la
inquietud, el ser fácilmente provocado o el enfurecerse violentamente, son
resultados que por casualidad a veces se observan.
Se prefiere ignorarlo; o
más bien, el egoísmo no lo permite.
Nuevamente, todas las
emociones negativas resultan del amor de si, herido o insatisfecho.
Todos sabemos que las
emociones negativas nos llevan a la violencia —al hombre prehistórico, a la
mujer prehistórica—.
Lo que deseamos está del
otro lado.
Ahora bien, toda
transformación del amor de si significa liberarse de la violencia y así se
forma una nueva voluntad que no es la voluntad de si.
La voluntad surge de lo
que amamos.
El amor de si y la voluntad
de sí son mellizos.
Describí en un
comentario reciente a un hombre dotado de nueva voluntad a quien conocí más
allá del abismo lleno de huesos prehistóricos, más allá de la violencia.
No mostraba
resentimiento alguno.
Su amor de si debía de haber
sido transformado quizás en amor a Dios
- Amor propio en Amor Dei— o amor al prójimo.
Pero se puede tener el
último sin tener el primero, pues así sucede.
En todo caso, lo que
importa es que el amor de si nos hace a todos desdichados.
Todos tenemos esta base,
y es inútil mirar con suficiencia a otra persona y decirle "Gracias a Dios
no soy tan egoísta" —porque es nuestro amor de si el que habla otra vez
con este disfraz—.
El amor de si, la
voluntad de si, el fariseísmo —tal como "cumplo todos los
mandamientos"—, estos tres forman un feo trío.
En los Evangelios se
habla asimismo de otra rectitud, y también en el trabajo.
No tiene nada que ver
con la rectitud de la falsa personalidad, con el merecimiento, con la
reputación, con las apariencias exteriores, con el público —los cuales todos
tienen que ver con el amor de si.
¿No se han dado cuenta
todavía que una persona puede ser buena y decir la verdad y practicar la
sinceridad y comportarse con justicia y hacerlo todo por el amor de si, todo por
amor a la reputación, a las apariencias, los honores o el provecho, y esa
persona dentro de sí nada quiere de bueno y no piensa en absoluto en la verdad?
Es la persona en sí
misma lo que el trabajo busca cambiar.
Ese hombre interior, ese
hombre escondido es el sujeto de la transformación, de tal modo que si se
eliminasen todos los temores sociales y la policía, todas las restricciones, no
se precipitaría hacia todas las clases de mal que provienen del amor de si.
Ahora bien, la
educación-vida es, o debiera ser, una educación de amor de si.
Se obtienen premios.
¿Por qué otra cosa
trabajan los maestros de escuela?
Es al mismo tiempo
deseable y necesaria.
Es preferible estar
entre gentes que tienen un amor de si educado, que entre palurdos.
Pero, hablando
paradójicamente, si bien es deseable y necesario, es un obstáculo en el camino
del trabajo.
El trabajo no encuentra
lugar donde entrar y la percepción interior de su verdad no es nunca
experimentada.
Ahora bien, una manera
de atacar el amor de si es la auto-observación.
Se puede reparar en una
o dos estúpidas invenciones del amor de si acerca de uno mismo.
Son llevadas
gradualmente a la luz de la conciencia.
La observación de si
deja penetrar la luz.
La luz ilumina la
ridiculez.
Uno se ríe de si mismo y
así hiere al egoísmo.
Es dar un gran paso
hacia adelante por capaz de reírse sinceramente del propio amor de si.
Lo que es consciente
—esto es, la luz— se encuentra con lo que operaba inconscientemente, en las
tinieblas.
Lo blanco y lo negro se
encuentran, aunque sea por breve instante.
Pero cada vez que esto
ocurre, el amor de si se ve disminuido, y la conciencia se acrecienta a sus
expensas.
Es maravilloso tener una
vislumbre del propio egoísmo y ser capaz de reír.
Se pierde cada vez más
el antiguo sentimiento, altamente explosivo y demasiado sensitivo, del "yo".
Esto quiere decir que se
logra un mayor equilibrio.
Significa mayor
suavidad.
Se puede observar
durante un largo período un claro aspecto del amor de si y lograr así una
fotografía de tamaño natural en nuestro cuerpo-tiempo.
Pero ya nos hemos
referido a este particular.
Una palabra más.
El amor de si no
transformado, como lo señalé, impide cambio alguno en el nivel del ser.
En una de sus Epístolas,
Pablo habla de las dificultades que encontraba en la gente de los grupos que no
se preocupaban en absoluto de lo que les estaba enseñando, pero que acudían por
otras razones.
Dice "porque todos
buscan lo suyo propio" (Filipenses, II, 21). En otro lugar (II Timoteo,
III, 7) donde habla de los "amantes de si" (φιλαυτοι), dice que están "siempre aprendiendo y nunca
capaces de llegar al conocimiento de la verdad".
Quiere decir que al
tener solo amor de si y no amor por su enseñanza no pueden elevar su nivel
suficientemente como para percibir internamente la verdad de lo que enseñaba, y
conocerla por si mismos.
NOTA: El tema del amor
de si es tan inmenso que sólo se mencionan en este comentario unos pocos
aspectos.
Toda vida se basa en el
amor de si.
En todas partes las
gentes buscan satisfacer su amor de si de una manera u otra, o buscan
desquitarse por lo que imaginan son heridas para su amor de si.
Cabe mencionar una o dos
cosas.
Uno de los grandes
peligros que amenazan a la humanidad es el amor de si o egoísmo organizado.
Esto se logra dando a
las gentes cierto ideal y adiestrando a los jóvenes en pro de este, pero no me
extenderé más sobre este particular.
Lo dejo a la reflexión
de ustedes.
¿No están de acuerdo que
lo que sigue es una sencilla y universal ilustración del amor de si?
"Smith desprecia a
Brown y se burla de él.
Brown desprecia a Smith
y se burla de él.
Pero Smith no puede
burlarse de Smith ni Brown burlarse de Brown.
Este es el obstáculo.
Es por eso que el trabajo
nos dice de separarnos de la personalidad.
Tengo que trabajar sobre
Nicoll y ser capaz de burlarme de él.
No cuesta nada que los
otros se rían de él.
Pero esto no viene al
caso."
Maurice Nicoll
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