EL AMOR DE SI Y EL
UNIVERSO
Por: Maurice Nicoll
Si un hombre se cambia a
si mismo, su perspectiva del universo en el cual vive también cambiará.
El uno no puede cambiar
sin el otro.
Así como lo que fue se
ha vuelto diferente, así también el lugar en que vive se ha vuelto diferente.
Ya no se siente más a sí
mismo de la misma manera en que antes lo sentía; y ya no siente más el mundo de
la misma manera en que antes lo sentía.
¿Cuál es su vista del
universo donde usted vive?
Quizá lo haya dado por supuesto
del mismo modo que usted se daba por supuesto.
Es decir, nunca se
detuvo a pensar ni en uno ni en el otro.
En mi caso, consideraba
simplemente el universo como una vasta maquina, tan vasta que un rayo de luz
que recorre 300.000 kilómetros por segundo necesitaría varios millones para
cruzarlo.
Contiene billones de
estrellas, muchas más de las que podemos ver a simple vista.
Estas estrellas están
ordenadas en grandes masas llamadas galaxias.
Nuestro sol es una
estrella en una galaxia, la vía láctea.
Nuestra galaxia tiene la
forma de un disco.
Como estamos en el
disco, al mirar hacia arriba vemos por encima de nuestra cabeza una espesa
banda de estrellas.
Hay alrededor de 100.000
millones de estrellas, semejantes al sol, en nuestra galaxia.
El telescopio de
100" de Mount Wilson, en América, ha descubierto que hay unas 100.000.000
de galaxias parecidas dentro de los límites de su alcance, al cual llega hasta
una distancia de 1.000.000.000 de años luz.
Intenten concebir la
distancia que la luz recorre en un año yendo a una velocidad de 300.000
kilómetros por segundo, que constituye un año luz, y luego traten de concebir
una distancia de 1.000.000.000 de años luz.
Para nosotros es
inconcebible, aunque tal vez no lo sea para una mente superior.
Un rayo de luz que surge
de la segunda estrella más próxima a nosotros en nuestra galaxia — el sol es la
estrella más cercana— necesita más de cuatro años para llegar a nosotros.
Ello significa que la
vemos donde estaba hace cuatro años.
Vemos el sol, sin embargo,
donde estaba hace ocho minutos.
Ninguna estrella, debido
a su distancia y a la limitada velocidad de la luz que se arrastra por el
espacio interestelar, está en el sitio en el cual parece estar.
En este universo, más
extenso de lo que cabe concebir, de una increíble profundidad, la tierra navega
como una diminuta partícula con la mitad iluminada.
En esa partícula, mitad
en la sombra, mitad iluminada, ustedes y yo, llenos de egoísmo y
auto-importancia, existimos como partículas todavía más infinitesimales.
Esta es nuestra
situación en función de la magnitud física en el universo visible, que se
extiende en un espacio de tres dimensiones.
En lo que respecta a la
cuarta dimensión o dimensión-tiempo, tiene una relación peculiar con el momento
presente del tiempo porque no vemos el lugar en que están las estrellas, sino
el que ocupaban en el pasado.
Vemos el universo en el
pasado —tal como era—.
Sería desagradable si
ocurriese lo mismo con los objetos que están en nuestro cuarto.
Los veríamos, pero no
podríamos tocarlos.
Ahora bien, ¿cuál es el
efecto de esto sobre el amor de si?
¿No hace que el Hombre
"ande con más humildad ante Dios", tal como dice la frase?
¿No disminuye acaso la
exaltada idea que el Hombre tiene de su importancia?
Lo hizo antes, pero no
ahora.
Hace algunos siglos
cuando Galileo afirmó que la tierra no solo tenía un movimiento de rotación
sino que giraba además en torno del sol, el amor de sí del hombre, al no ser capaz
de ajustarse a esa idea, se sintió gravemente herido, hasta tal punto que
Galileo fue detenido por la inquisición y tuvo que retractarse en público.
Fue en aquella
oportunidad cuando murmuro: "Empero se mueve" ("e pur si
muove").
Hasta ese entonces las
gentes creían que esa diminuta partícula, nuestra tierra, era el centro inmóvil
de todo el universo con sus miríadas de estrellas, las cuales giraban
obsequiosas y humildemente en torno de ella, junto con el sol, todas las
veinticuatro horas.
Pero siempre se
encuentra la manera de reafirmar el amor de sí, si este recibe un choque al
encontrarse ante algo que le quita el aliento o es estupendo.
De seguro que lo hará.
Es como la persona que
al ver por primera vez el Partenón, para afirmarse, borronea su nombre en una
de las columnas.
Al afirmar su amor de
si, como un niño travieso, recobra su ligereza.
Algunos astrónomos
modernos se comportan al parecer de la misma manera con el universo.
Es una técnica favorita
del amor de si la de menospreciar todo lo que amenaza su supremacía.
Siempre queda el recurso
de reír con escarnio.
La ciencia nos dice que el
universo, por más gigantesco que sea, no es una razón para sentir un temor
reverente o sorprendente.
Llegó a existir
accidentalmente y carece de sentido.
Es así.
Puesto que el amor de si
aborrece todo lo que es más grande o superior a el, se sospecha que ese
aborrecimiento, que se origina en el amor de si, respalda la moderna negación
científica del propósito y significado de cuanto existe.
Todo puede ser
explicado, hasta el exquisito orden que cabe discernir en la estructura de las
cosas más diminutas como los átomos, como también en las vastas cosas como los
sistemas solares y las galaxias.
La naturaleza se ve como
una serie de cajas chinas, una dentro de la otra, y los científicos ya están
diciendo: "Esperamos que pronto podremos abrir la ultima caja, la más
pequeña, la más recóndita de todas."
No agregan que con
seguridad dirán que está vacía, cualquiera sea la cosa que encuentren.
Cuando Jung decía a
Freud que muchos sueños tenían otra interpretación que la de la satisfacción
sexual regresiva y algunos mostraban un útil rumbo prospectivo para el
desarrollo personal, se le contestó que esa idea no se podía admitir.
Jung se negó a no
admitirlo.
Hoy día la querella se
entabló entre la ciencia en general y sus interpretaciones, algunas de las
cuales son de sorprendentemente mala calidad.
Pero muchos científicos
temen decir lo que piensan.
Declarar que el universo
está respaldado por la inteligencia significa el ostracismo.
Ahora bien, la idea de
un universo mecánico, accidental, carente de sentido, no ayudará al hombre a
elevar su nivel de ser.
Producirá un efecto
contrario, y en verdad así ocurre.
Al no sentir temor
reverente ni asombro, el amor de si no es afectado.
Se dijo en el comentario
anterior que si el amor de si no experimenta cambio alguno, tampoco se puede
producir ningún cambio en una persona.
Aunque no se lo entienda
bien, sólo me cabe decir que es inútil discutir sobre ese particular.
Claro está que el amor
de si es el que siempre discute, por temor a perder el poder que ejerce sobre
nosotros.
¿No han notado que el
amor de si es muy sensible a los ataques?
El trabajo menciona dos
gigantes que andan delante de nosotros y todo lo disponen de antemano.
Son el orgullo y la
vanidad.
Estos dos aspectos del
amor de si son muy sensibles a todo lo que puede deponerlos.
Es estar al servicio de
crueles señores.
El trabajo no puede
andar delante de nosotros (como debiera hacer en todas las cosas) mientras la
fuerza de estos dos gigantes, vacios y estériles, no disminuya.
Observarlos largo tiempo
los debilita.
Pero basta considerar un
momento esto: es la calidad de nuestro amor al trabajo lo que determina nuestra
valoración del trabajo y su poder para cambiarnos.
Si este amor es distinto
de nuestro amor de si, luego al observar los gigantes los debilitaremos.
El trabajo los debilita,
pero si nuestro amor al trabajo es sólo otra manifestación del amor de si, al
observar a los gigantes no los debilitaremos sino que los fortaleceremos.
Pues bien, sabemos que,
según la enseñanza del trabajo, el universo es una creación, no una cosa
muerta, inexplicable, accidental y carente de sentido.
Es una cosa viviente
compuesta de sistemas dentro de sistemas, cada cual con un propósito y
significado, cada cual viviente y capaz de desarrollarse o de degenerar.
Fuimos creados dentro de
ese universo con un propósito y significado como seres vivientes y capaces de
desarrollo o de degeneración.
La humanidad en la
tierra es, de hecho, un experimento especial en auto-evolución.
Se nos pide algo más que
dejarnos vivir y ganar nuestra vida.
Es algo adicional que
estudiamos por intermedio de las enseñanzas del trabajo.
El trabajo trata de esa
cosa adicional.
Así por una parte, tal
como dije al comienzo, puedo contemplar el universo como una vasta maquina,
accidental, carente de sentido y muerta, o puedo considerarlo a la luz de lo
que el trabajo me dice acerca de el.
¿Cuál es la actitud que
mejor puede disminuir mi amor de si y de este modo cambiarme?
Les dejo que respondan
por ustedes mismos y por mí.
Mencioné al principio
que muy probablemente nunca hayan pensado profundamente acerca del universo y
de este modo no tienen ninguna opinión formada sobre ese particular.
Lo aceptan tal cual es.
Sin embargo, es aquello
dentro de lo cual todos existen.
El trabajo pone mucho
énfasis en llamarles la atención sobre ese tema.
Pero las gentes ni
siquiera se dan cuenta que viven en el sistema solar.
Parece extraño que ni
siquiera extiendan su conciencia hasta ese punto.
¿No adivinan cuál es la
razón de esto?
Maurice Nicoll
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