NO JUZGUÉIS
Por: Maurice
Nicoll
Una de las
observaciones más profundas de los Evangelios es el dicho de Cristo: "No
juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo, VII, 1).
Cristo dice
esas palabras en su discurso acerca del significado de llegar a ser más
consciente.
Ahora bien,
supongamos que su cuerpo-tiempo esta lleno de juicios.
Supongamos que
usted esta en el Trabajo con otras personas y al cabo de un tiempo descubre que
sus juicios sobre ellas son completamente falsos.
Hoy en día se
habla mucho acerca de nuestros cuerpos-tiempo, y deseo formularles esta
pregunta:
"¿Creen
ustedes que su cuerpo-tiempo está lleno de juicios?"
Me parece que
la mayoría son juicios negativos.
Así verán que
tienen un cuerpo-tiempo muy intolerante y por lo tanto son muy quisquillosos y
difíciles.
Una de las
razones por la cual su cuerpo-tiempo es tan susceptible y difícil se debe a que
han juzgado a los otros y lo han hecho con demasiada libertad, pensando que
tienen el mismo derecho a juzgar a los otros según su mezquino punto de vista
—diría, según sus diminutas pautas de juicio—.
Ahora bien, es
sabido que el Trabajo enseña que cuando se juzga a otra persona es preciso
descubrir primero qué es lo que anda mal en uno mismo.
¿Acaso hay algo
más paralizante para nuestro común juicio automático que descubrir según la
enseñanza de Trabajo que cuando juzgamos a alguien proyectamos lo que no vemos
en nosotros mismos en la otra persona?
Las gentes
proyectan una psicología no aceptada en los otros.
Digamos que un hombre
es un embustero: no ve al embustero en sí mismo sino que piensa que los otros
son embusteros y los maldice y los insulta con mucha pasión, pero esta
proyectando su propia psicología.
No puede ver
que es mentiroso.
Algunas
personas proyectan toda su psicología a los otros, a la política, etc.
Basta escuchar
sus frases; tendemos a proyectar nuestra no aceptada psicología a los otros.
¿Por qué ocurre
esto?
Porque en la
vida ordinaria no se poseen los medios que nos permitan ver cómo somos interiormente.
No queremos
aceptar que somos embusteros y así proyectamos nuestros embustes a los otros y
los acusamos de ser embusteros.
Y sobre esta
base juzgamos a los demás.
Juzgamos a los
demás porque creemos que rebosan culpas y no pensamos que las cosas que
juzgamos en ellos están en nosotros mismos.
Me gustaría
preguntarles, si han estado algún tiempo en el Trabajo y han empezado a
observarse a sí mismos y descubren que no se asemejan a la persona que
imaginaban ser, no es fácil acaso juzgar a los otros de la manera en que lo
hacen?
Por lo tanto
esta profunda observación de Cristo: "No juzguéis", esta respaldada
por una enorme hondura.
No me gustaría
padecer otra vez mi cuerpo-tiempo con todos sus juicios equivocados a menos de
ser mucho más consciente de mi mismo y descubrir que he juzgado a la gente
equivocadamente.
Se puede
modificar el cuerpo-tiempo en cualquier lugar por medio de la conciencia.
¿Acaso no saben
que ver algo que siempre se atribuyo a los otros, ver que las faltas están en
uno mismo, significa un acrecentamiento de conciencia?
Llegando a ser
consciente en el sentido del Trabajo se puede cambiar nuestro cuerpo-tiempo.
Cada acto de
conciencia no solo modifica el futuro sino también el pasado.
El
cuerpo-tiempo entero es una cosa viviente, sensible a lo que estamos haciendo
ahora.
Maurice Nicoll
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