CAMBIO DE
ACTITUD
Por: Maurice
Nicoll
LA
TRANSFORMACION DE SI
IDEA-TRABAJO
(CAMBIO DE ACTITUD)
Para que un
hombre cambie, es preciso que cambie sus actitudes.
COMENTARIO
Hemos hablado
la última vez de ese factor intratable, que es común a todos y que descansa en
lo más hondo de nosotros, y nos hace finalmente demas.
Hoy hablaremos
de las actitudes y de sus relaciones con este profundo factor.
Las actitudes
se adquirieron a causa de las influencias exteriores de la vida, tal como la
educación, la patria, la religión, la posicion social y sus prejuicios, y todo
lo demas.
Muy pronto un
hombre, una mujer, llegan a ser sus
actitudes adquiridas por medio de la identificación.
Son, en rigor, sus actitudes sin saberlo.
La idea básica
de la propaganda es inculcar ciertas actitudes en edad temprana.
Si se logra
hacerlo con éxito, una persona, completamente inconsciente de sus actitudes, se
convierte en ellas.
Quiere decir
que si se habla a dicha persona sobre un tema cualquiera que choca con una actitud,
ya no puede oír lo que se le dice.
Creo que esto
explica muchas cosas en apariencia inexplicables sobre los otros y sobre uno
mismo.
Ahora bien, las
actitudes se forman en el centro intelectual a causa de lo que se nos dice y
luego actúan sobre el centro emocional.
Esto es, una
actitud no comienza en el centro emocional: se inicia con las cosas que nos
dicen y que aceptamos.
Esas actitudes
adquiridas, establecidas en la mente, hacen que todos piensen según ellas.
Pensamos, en el
caso de hacerlo, según esas actitudes no descubiertas.
Mientras dichas
actitudes sigan gobernando la mente, el pensamiento de un hombre no es libre,
sino que es controlado por ellas.
Si —pero la
persona no se da cuenta que las cosas suceden asi.
Cree pensar en
libertad, desde si misma.
Por cierto
piensa "desde si mismo", pero no ve que lo que considera como
"si mismo" no es en realidad él mismo, sino un sinnúmero de actitudes
fijas que actúan continuamente sobre él sin que se de cuenta.
El trabajo
radica en arrancarse de ese lado adquirido, de modo que los centros puedan
trabajar naturalmente.
Si los centros
no estuvieran sobrecargados con actitudes y asociaciones nos procurarían una
vida muy diferente y mucho más rica.
En algún lugar
de las Escrituras se dice que Dios hizo al hombre recto, pero que este había
buscado muchas invenciones.
Una de ellas
fue inventar lo que denomina "él mismo".
Pero se
necesita mucho tiempo para descubrir que uno es una invención y que en las
honduras de si, uno sabe muy bien que es asi.
Gurdjieff nos
dijo una vez que la gente solía verlo y decirle que renunciaría a todo para
seguirlo.
Pero cuando se
les hablaba de renunciar a sus actitudes inculcadas, se ofendían y lo
abandonaban.
Sobre ese mismo
particular el senor Ouspensky expresó que cuando las gentes han alcanzado
cierta etapa de desarrollo interior llegaban a un punto en el que tenían que
renunciar a sus creencias peculiares —ya fueran mahometanos, anglicanos,
católicos, cuáqueros, presbiterianos, bautistas o cualquier otra cosa.
Recuerdo sus
palabras: "Esta", dijo, "es la cosa más dificil de hacer en esta
etapa —estoy hablando de escuelas— y son muchas las deserciones.
Llegan hasta
ese punto, pero no pueden renunciar a si mismos".
Se refería a
las actitudes adquiridas y lo dificil que es liberarse de ellas.
Ahora bien, lo
que quiero señalar, a modo de comentario, es que nuestras actitudes parecen
descansar sobre esa intratable, dificil y violenta cosa en nosotros que con el
tiempo debe ceder, para llegar a ser pasivos en nosotros mismos y oír lo que
los centros superiores nos estan diciendo en todo momento.
Como dije la última
vez, solo la experiencia práctica de que hay algo por encima de nosotros puede
obligar a esa cosa intratable a ceder y someterse.
Ninguna
compulsión exterior, ninguna regla o disciplina exteriores, lograran hacerlo.
Solo una larga
serie de experiencias interiores, que por mucho tiempo uno crea a medias,
pueden lograrlo.
Por asi decir,
el hombre prehistórico, huraño, violento, ha de llegar a transformarse en
alguien que acepte todo lo que al presente nadie piensa aceptar.
Como dije, el amour propre debe dejar el lugar al amor Dei, y a este respecto
reflexionar sobre la significación del rayo de creación puede al menos
modificar nuestro pensamiento porque nos da una idea de nuestra pequeñez e
insignificancia.
Hoy deseo que
aquellos que han oído el último comentario mediten sobre la cuestión y
convengan en que sus actitudes adquiridas y contradictorias reciban la fuerza
secreta de esa intratable y violenta base que las religiones ortodoxas
denominan "el hombre sin regenerar" —esto es, el hombre que aún no ha
renacido en si mismo.
Creo, por
propia observación, que es asi.
Ahora bien,
cuando un hombre se observa a si mismo, observa muchas cosas que tienen
importancia, pero no observa sus actitudes.
Hablando con
exageración, puede creer que yo soy Dios —como suelen hacerlo tantos locos, lo
cual demuestra cuán entrañable es esta idea a la gente.
Puesto que me
creo Dios, nunca se me ocurrió observarlo en mi mismo.
¿Por qué?
Porque doy por
supuesta esta actitud.
Creerse Dios es
una actitud.
Asi, claro
esta, nunca se piensa en observarla.
Pues bien,
ocurre exactamente lo mismo con las actitudes.
Se las acepta
simplemente —o, más bien, se ignora tenerlas, no tomándose asi el trabajo de
observarlas.
De hecho, no se
puede observarlas como tampoco oír a alguien que es tan insensato como para
prestarles atención.
No se puede
observar una cosa a la que se toma como uno mismo.
Un hombre, dice
el trabajo, antes que pueda moverse de donde está internamente, debe dividirse
en dos —un lado observante y un lado observado.
Esto es, es
preciso hacer que la subjetividad sea objetiva.
Ha de tomarse a
sí mismo como un objeto que debe
observar.
Pero si sigue
siendo inconsciente de sus actitudes, ¿cómo puede observarlas?
Toda la
observacion de si que pueda hacer se vuelve inútil debido a la subsiguiente
auto justificación.
"Un
hombre", dice el senor Ouspensky, "que siempre justifica lo que
observa en si mismo no puede llegar a ser objetivo para consigo mismo".
Esto es
comprensible, si se reflexiona.
¿Y cómo se
puede observar algo que es, por asi decir, inobservable?
Las propias
actitudes son uno mismo.
Se las toma
como uno mismo.
No —nada se
sabe sobre ellas.
No se dice:
"Esas actitudes que he adquirido son yo mismo".
Por el
contrario, no se dice nada.
Son lo que
presupone es usted.
Si pudiera decir: "Esas actitudes
son yo mismo" —significaría entonces que ha empezado a percibirlas.
Esto es, esas
actitudes empezarían a ser objetivas
para usted —para las cosas en usted mismo que el "yo" observante
puede observar.
Pero si
permanece en las tinieblas interiores, ¿cómo puede progresar?
Pues bien, en
este breve comentario terminaré diciendo que si bien es imposible observar
directamente actitudes fijas e inculcadas, al cabo de un tiempo se puede notar
lo que resulta de ellas.
Por ejemplo, se
puede preguntar por qué siempre gruñe cuando se le pide hacer una cosa inutil.
Suele decirse:
"Me pregunto por que siempre pienso que esa cosa es inútil".
La respuesta
es: "Se debe probablemente a alguna actitud fija de la cual no tiene
conciencia alguna".
De este modo es
llevado al hecho de la existencia de esas actitudes en si mismo.
Si tal cosa
misericordiosa le ha sucedido —esto es, si el trabajo le ha concedido una ayuda
interna— comprenderá que tras esa actitud, de la cual finalmente tiene
conciencia, mora secretamente ese factor intratable que nos es común a todos.
Recuerde que no
puede realizar el trabajo sobre si a menos de preguntarse por qué dice lo que
dice y hace lo que hace y se comporta como se comporta y siente como siente y
piensa como piensa.
Presupone, imaginar
que siempre se tiene razón, atribuirse a si mismo todo lo que se atribuye
—todas estas formas de pura imaginacion nos impiden ver qué significa el
esoterismo, que significan los Evangelios y qué significa uno mismo.
Maurice Nicoll
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