LAS PREOCUPACIONES
Por: Maurice Nicoll
P.- ¿hay
“yoes” de la preocupación?
R.- Los
“yoes” de la preocupación forman un poderoso grupo de “yoes” en la mayoría de
la gente.
Es muy
interesante observar su actividad.
Su único fin
es trastornar y deprimir o, en suma, preocupar.
No llevan a
ninguna otra parte.
Son
completamente inútiles, como lo son muchos “yoes” en nosotros.
Pero es
preciso que advierta por sí mismo, por una observación de sí directa y
sostenida, lo que hacen y dicen y cuál es su principal objeto.
Los “yoes”
de la preocupación actúan de dos maneras preponderantes.
Todos
ustedes tienen “yoes” que se preocupan, por los negocios, por el dinero, por el
estado de salud, etc.
Y también
tienen que hacer frente a los “yoes” que se preocupan de las otras personas.
Observe
distintamente aunque sea un solo “yo” de la preocupación en sí mismo,
estúdielo, observe cómo le gusta agotarlo y cómo no lleva a ninguna parte.
Entonces
podrá ver los otros.
Y examine
cómo algunos de esos “yoes” preocupantes se ponen en relación con los eventos
externos de la vida.
Son como las
moscas y se posan en todas partes.
Son todos
pequeños “yoes” que viven en pequeñas partes de los centros.
Se detienen
cuando se les logra dirigir la atención.
Si no puede
ver sus propios “yoes” preocupantes, preste atención a los de las demás
personas observe que en cuanto termina una preocupación se las arreglan para
tener otro motivo de preocupación-.
Esos “yoes”
dispersan las fuerzas y agotan a la gente y provocan enfermedades.
Por así
decirlo, proliferan en la gente de occidente.
P.- ¿Qué es
preocuparse? ¿Dice algo el Trabajo Psicológico Práctico sobre las
preocupaciones?
¿Cómo se las
puede destruir?
R.- La
preocupación es una forma de identificación.
Literalmente,
esta palabra en ingles tiene el sentido de desgarrar y retorcer, o ahogar y
estrangular; originalmente se relaciona con la palabra “retorcer las manos”,
una de las señales exteriores de la preocupación.
Recordarán que cada estado psicológico o interior
encuentra su representación exterior por medio del centro motor –es decir, es
representado por algunos movimientos musculares o contracciones peculiares,
etc.
Habrán
observado que un estado de preocupación se refleja a menudo por un fruncimiento
del ceño o por retorcer las manos.
Los estados
de alegría nunca se representan de este modo.
Los estados negativos, los estados de preocupación, o
de temor, o ansiedad, o depresión, se presentan en los músculos por
contracciones, flexiones, agachar la cabeza o los hombros, etc. (y también
muchas veces, por debilidad en los músculos), mientras que los estados
emocionales opuestos se reflejan en el centro motor por expansión, erección,
extensión de los miembros, relajamiento de la tensión, y por lo general por un
sentimiento de fuerza.
Para hacerse
dueño de sí; la persona que se preocupa y por lo tanto frunce el ceño, tensiona
la boca, arruga la frente, cierra los puños y deja casi de respirar, etc., debe
empezar por relajar los músculos que expresan el estado emocional y liberar la
respiración.
Según el Trabajo Psicológico Práctico, por lo general
el relajamiento tiene tras sí la idea de prevenir los estados negativos.
Los estados
negativos se producen menos fácilmente cuando una persona está en estado de
relajamiento.
Por eso se
dice tan a menudo que es preciso practicar el relajamiento todos los días,
prestando atención a todo el cuerpo y relajando deliberadamente todos los
músculos en tensión.
Es difícil
controlar directamente el centro emocional, en parte porque trabaja con tanta
velocidad (30.000 veces más rápido que el centro intelectual), de modo que una
persona se preocupa o se vuelve negativo antes de darse cuenta.
Pero en el
Trabajo Psicológico Práctico se compara a veces el centro emocional con un
elefante bribón que no está domeñado y que tiene dos elefantes domeñados a cada
lado -a saber, el centro intelectual y el centro motor-.
Primero es
preciso observar la existencia de uno de los estados emocionales equivocados,
los acostumbrados y dañinos estados de preocupación, enojo, etc.
Por regla general las personas no se dan cuenta de sus
estados porque ellas son sus estados.
Después es
preciso usar uno de los elefantes domeñados.
A este
respecto, consideremos lo que significa usar el centro intelectual.
Significa
que se debe observar el flujo de los pensamientos mientras se está preocupado.
Cierta parte
de nuestra voluntad se ejerce sobre el centro intelectual –para que
podamos controlar hasta cierto punto el pensamiento-.
Si detenemos
la parte pensante de la preocupación, si no la acompañamos, si no creemos en
ella, si no cedemos a ella, un elefante, por así decir, es llevado junto al
incontrolado centro emocional.
El otro
elefante controlable es el centro motor, sobre el cual se ejerce nuestra
voluntad si le prestamos atención.
Podemos
relajar los músculos.
Como saben
ustedes, en las instrucciones dadas en el Trabajo Psicológico Práctico sobre el
relajamiento, se dice que primero es preciso relajar los pequeños músculos del
rostro, los músculos de la expresión particularmente.
Esto incluye a los músculos de los ojos, los músculos
entorno de la boca y del mentón, de la lengua y de la garganta, los músculos
del cráneo y así sucesivamente.
P.- ¿A qué
se debe la preocupación?
R.- La
preocupación se debe a un trabajo equivocado de los centros -es decir, de
identificación-.
Es una
mezcla continua de imaginación negativa con unos pocos hechos y produce
conexiones incorrectas en los centros.
Es una
especie de mentira, entre las muchas otras clases de mentira que se producen en
nosotros y desordenan los centros.
Preocuparse
es siempre fácil, pues es un “alivio” y es, por así decirlo, una forma de
justificación de sí.
Está muy
cerca de la auto-compasión y de la violencia.
Preocuparse
no es pensar.
La mente es
impulsada a la preocupación, por el estado emocional, y está oscurecida.
Prestar
atención a algo siempre ayuda, porque el prestar atención, esto nos pone en las
partes más conscientes de los centros.
Preocuparse
no es pensar en los otros.
No es
consideración externa.
Está
mezclado con uno mismo y esto demanda largo tiempo para observarlo
distintamente.
Al aprender
a vivir desde el punto de vista del Trabajo Psicológico Práctico, de manera que
podamos vivir más conscientemente en la vida o vivir el Trabajo en la vida, la
preocupación nos muestra algo sobre nosotros mismos si la observamos
detenidamente y por mucho tiempo.
Pero es
preciso no pensar que lo opuesto a la preocupación sea la indiferencia.
Pueden y
deben sentir “ansiedad” por una persona que está en peligro -una mezcla
de esperanza y temor- pero la preocupación es muy diferente, por que en
ella entra la imaginación.
Se convierte
en hábito, así como muchos otros estados negativos, y la gente se imagina a
veces que es mejor que los otros por tener preocupación y se sienten meritorias
al preocuparse.
La gente
hasta llega a pensar que es justo preocuparse por todo, por el pasado y el
futuro, por sí mismo y por los otros.
Esto no es
otra cosa que una seria enfermedad negativa difícil de curar, porque en tanto
una persona no es sino una máquina invertida de preocupaciones equivocadas y
todo trabaja de un modo erróneo ya que su único goce es la preocupación.
Privarla de
ella, si esto fuera posible, sería destruir lo que más le interesa.
A este
respecto, recordarán uno de los dichos del Trabajo Psicológico Práctico
-ante todo les piden una cosa, hacer una cosa, abandonar su forma peculiar de
sufrimiento-.
Esto parece
fácil.
Traten de
hacerlo.
La razón por
la cual es tan difícil es porque para hacerlo hay que destruir todos los
sistemas de “yoes” que están en usted y gozan en hacerlos sufrir y a quienes
toman como si fueran ustedes mismos.
P- ¿Qué es
preocuparse?
R.- Ya que
es una forma de identificación, significa que produce una pérdida continua de
fuerza.
La gente que
se preocupa mucho se agota, sufre un drenaje de fuerza.
Si se
pudieran observar mientras están preocupados, verían que en realidad se asemeja
a desgarrarse, retorcerse y ahogarse dentro de sí mismo, lo cual corresponde a
movimientos musculares externos ya descritos.
No hay
centro de gravedad en el ser humano.
No hay
dirección alguna, ni ningún propósito claro; todo esta en desorden, todo esta
por así decirlo, corriendo dentro de uno mismo sin rumbo alguno.
Es como si
todos los diferentes “yoes” en uno no supieran que hacer y se retorcieran las
manos y solo dijeran lo que la imaginación negativa, que domina la escena, les
sugiere.
No digo que
sea posible dejar de preocuparse.
Se presentan
situaciones, en especial hoy en día, en que es casi imposible no hacerlo.
Me refiero más bien a la tendencia habitual de
preocuparse por todo y a aprovechar cualquier suceso como motivo de
preocupación.
Maurice Nicoll
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