GNOSIS
Por: samael aun weor
EL DOLOR DE LOS CELOS
¿Cómo se sacrifica el dolor?
Voy a decirles a ustedes una gran verdad: el dolor
solamente SE SACRIFICA AUTOEXPLORÁNDOLO Y HACIÉNDOLE LA DISECCIÓN.
Tengamos un caso concreto: Pongamos que un hombre, de pronto,
encuentra a su mujer platicando muy quedito, por ahí en un cuarto, con otro
hombre.
Realmente, esto puede provocarle ciertos celos.
Ahora, si encuentra a la mujer ya “demasiado quedito”, en
demasiada intimidad con un sujeto X-X, puede haber un estallido de celos.
Acompañado de un gran disgusto; tal vez hasta una riña con el otro hombre, en
fin, por celos...
Esto produce un dolor espantoso al marido, al marido
ofendido.
Que hasta puede dar origen a un divorcio; un dolor moral
horripilante...
Sin embargo, aunque platicaba muy quedito, no estaba
haciendo nada malo; pero la mente puede hacer muchas conjeturas y aunque la
mujer niegue, niegue, la mente tiene muchos ardides, muchos recovecos, en los
que se forman, realmente, muchas conjeturas...
¿Qué hacer para salvarse de ese dolor, cómo aprovecharlo?
¿Cómo renunciar al dolor que le ha producido eso?
Hay una forma de resolverlo y de sacrificar ese dolor.
¿Cuál?
La auto reflexión evidente del ser, la autoexploración de
sí mismo.
¿Están seguros ustedes, por ejemplo, de que ustedes nunca
han tenido relación con otra mujer?
¿Se está seguro de que jamás se ha acostado uno a dormir
con otra fémina?
¿Se está seguro de que jamás uno ha sido adúltero, ni
esta ni en pasadas reencarnaciones?
Porque todos, en el pasado, fuimos adúlteros y
fornicarios, eso es obvio.
Si uno llega a la conclusión, pues, de que uno también
fue fornicario y adúltero, entonces ¿con qué autoridad está juzgando a la
mujer?
¿Por qué lo hace?
Al juzgarla, lo hace sin autoridad.
Y ya JESÚS, EL CRISTO, en la parábola de la mujer
adúltera (aquélla mujer de los Evangelios Crísticos), exclamó: “¡El que se
sienta libre de pecado, que arroje la primera piedra!”
Nadie la arrojó, ni el mismo Jesús se atrevió a
arrojarla...
Le dijo: “¿Mujer, donde están los que te acusaban?
Ni yo mismo te acuso; vete y no peques más”...
Ni Él mismo, que era tan perfecto, se atrevió...
Ahora, ¿nosotros con qué autoridad lo haríamos?
Entonces, ¿quién es el que nos está provocando el sufrimiento,
el supremo dolor?
¿No es acaso el demonio de los celos?
¡Obviamente!
¿Qué otro demonio?
El Yo del amor propio, que ha sido herido mortalmente.
El Yo del Amor propio es egoísta en un ciento por
ciento...
¿Y qué otro?
El Yo, dijéramos, de la auto importancia (se siente muy
importante; se dirá: “Yo, señor don fulano del tal, ¿y que esta mujer venga
aquí, con esa clase de conducta?”)
¡Vean qué orgullo tan terrible el del señor de la auto
importancia!
O aquél otro de la intolerancia que dice: “¡Fuera,
adúltera; te condeno, malvada; yo soy virtuoso, intachable!”
He ahí pues, el delito dentro de uno mismo; ese tipo de
Yoes son los que vienen a producir el dolor...
Cuando uno ha llegado a la conclusión de que son esos
Yoes son los que le han producido el dolor, entonces se concentra en la Madre
Divina Kundalini y ella desintegra esos Yoes; al quedar desintegrados ya, el
dolor termina.
Al terminar el dolor, queda la Conciencia libre; entonces, mediante el
sacrificio del dolor se ha aumentado la Conciencia, y se ha adquirido
fortaleza..., mediante el sacrificio del dolor...
Ahora, supongamos que no fueron simples celos, sino que
fue más lejos, que sí hubo adulterio de verdad, verdad; entonces tendrá que
venir el divorcio, porque eso lo autoriza la Ley Divina.
En ese caso, también puede decirse con absoluta
seguridad, que se puede sacrificar también ese dolor y decir: “Bueno, ya
adulteró; ¿yo estoy seguro de no haber adulterado jamás?
Claro está que no.
Entonces, ¿por qué condeno?
No tengo derecho a condenar a nadie, porque el que se
sienta libre de pecado, que arroje la primera piedra...
Entonces, ¿quién es el que me está proporcionando el
dolor?
Los Yoes de la intolerancia, de la auto importancia, de
los celos, del amor propio, etc.”...
Entonces, si llegó a la conclusión de que son esos los
que le están ocasionando el dolor, entonces, a trabajar para desintegrarlos y
el dolor desaparece, queda eliminado.
samael aun weor
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