GNOSIS
EL DOLOR DE UN INSULTO
Por: samael aun weor
EL DOLOR DE UN INSULTO
Por: samael aun weor
Por ejemplo, un
insultador.
¿Qué provoca un
insultador?
Pues el deseo de
venganza inmediata.
¿Por qué? Por las
palabras dichas.
Pero si uno no se
identifica con los Yoes de la venganza, es claro que no contestaríamos al
insulto con el insulto.
Pero si uno se
identifica con los Yoes de la venganza, éstos lo relacionan a uno a su vez con
otros Yoes más perversos, y termina uno en manos de Yoes terriblemente
perversos haciendo disparates.
Porque así como
existe fuera de nosotros una ciudad (por ejemplo, la ciudad de México, o
cualquier ciudad del mundo donde uno viva), así también, dentro de uno mismo
hay una ciudad psicológica; eso es claro.
Así como en la ciudad
ésta de la vida urbana, común y corriente, hay gentes de toda clase: Colonias
de gentes buenas, colonias de gentes malas, así también sucede con la Ciudad
Interior, con la Ciudad Psicológica; en esa Ciudad Psicológica viven muchas
gentes, muchas gentes (nuestros propios Yoes son esas gentes que viven allí) y
hay colonias de gentes decididamente perversas; y hay colonias de gentes medias
y hay colonias de gentes más o menos selectas (nuestra propia Ciudad
Psicológica es eso).
Si uno se identifica,
por ejemplo, con un Yo de venganza, éste a su vez lo relaciona a uno con otros
Yoes de barrios muy bajos, donde viven asesinos, ladrones, etc., y al
relacionarse con esos, ellos a su vez llegan y lo controlan a uno, le controlan
el cerebro y resultan haciendo barbaridad y media, y va uno a parar, por
último, a la cárcel...
Pero, ¿cómo evitar,
entonces, caer uno en semejantes absurdos?
Pues, no
identificándose con el insultador, no identificándose...
Hay Yoes dentro de
uno mismo que le dictan lo que debe hacer y le dicen: “Contesta, véngate,
sácate el clavo, desquítate!”...
Si uno se identifica
con ellos, termina haciéndolo: Contestando, pues, al insultador; termina uno
vengándose, desquitándose, etc.
Pero si uno no se
identifica con el Yo que le está dictando que haga semejante tontería, pues,
entonces no hace eso.
En todo caso, el
Insultador deja, dijéramos, en el fondo del insultado, o del ofendido, deja el
dolor.
Lo interesante sería
que el ofendido pudiera sacrificar ese dolor; y puede sacrificarlo a través de
la meditación.
¿Cómo se sacrifica el
dolor que deja un insultador?
Comprender que el
insultador es una máquina que está controlada por determinado Yo insultante, y
que lo ha insultado un Yo.
Comprender también
que uno es una máquina y que dentro tiene Yoes de insulto.
Entonces, si uno
compara y dice: “Aquél me insulta, pero yo dentro de mí también tengo muchos
Yoes del insulto; pues no tengo yo por qué condenar aquél, puesto que yo cargo
lo mismo que aquél; Y si yo cargo dentro de mí también Yoes del insulto, pues
no tengo por qué condenarlo...
Además, ¿qué es lo
que se ha herido en mí?
Posiblemente el amor
propio, posiblemente el orgullo.
Pero antes tengo que
descubrir si fue el amor propio, o si fue el orgullo, o qué”...
Cuando uno ha
descubierto quién fue el que se hirió, pues si fue el orgullo, pues a
DESINTEGRAR el orgullo; si fue el amor propio, pues a desintegrar el amor
propio.
Esto da como
resultado, que al desintegrar eso, queda libre del dolor, ha sacrificado el
dolor y en su reemplazo ha nacido una virtud: La de la serenidad (ha despertado
aún más)...
Hay que tener en
cuenta entonces esto y aprender a sacrificar el dolor.
La gente es capaz de
sacrificarlo todo, menos el dolor: Quieren mucho sus propios sufrimientos, los
idolatran; he ahí el error.
Aprender a sacrificar
uno sus mismos dolores, es lo interesante para poder despertar conciencia.
Claro, no es cosa
fácil, el trabajo es duro; ir contra uno mismo es algo muy duro, no es muy
dulce.
Pero sí vale la pena
irse uno contra sí mismo, por el resultado que se va a obtener: El despertar...
¿Por qué se termina
el dolor?
Porque se ha
sacrificado y eso trae un aumento de Conciencia, porque aquellas energías que
estaban involucradas en el dolor, quedan liberadas; trae no solamente la paz
del corazón tranquilo, sino que además trae un aumento de Conciencia, un
acrecentamiento de la Conciencia; eso se llama “sacrificar el dolor”.
Pero la gente es
capaz de todo, menos de sacrificar sus dolores, quiere mucho sus dolores; y
resulta que los máximos dolores son los que brindan a uno las mejores
oportunidades para el despertar, para el despertar de la Conciencia... Pero hay
que aprender a sacrificar el dolor.
samael aun weor